- Cliente
- Privado
- Ubicación
- Alella, España
- Categoría
- Residencial
- Renders
- Play-Time
Best on Archilovers
Varias escuelas de arquitectura han escrito y reflexionado sobre cómo debemos intervenir o añadir elementos a una arquitectura ya existente como en el caso de Can Llimona. Aun así, nunca se ha llegado a un consenso entre los diferentes puntos de vista. Cuando algunos abogan por una integración de lo nuevo dentro de lo viejo, otros hablan de una arquitectura en la que diferentes estilos y periodos coexisten y se entrelazan: una arquitectura cuya riqueza juega con el simbolismo en sus diferentes capas de significado. En Alella, seguimos esta última premisa.


Can Llimona fue construida hace tres siglos, por el aristócrata Joan Llimona. Basándose en la tradicional «masía», típica construcción regional catalana, Llimona utilizó materiales locales y técnicas constructivas que han pasado de generación en generación. Tradicionalmente, esto supone una estructura dividida en tres niveles: una planta baja destinada a los animales, un piso superior para la casa y un ático para almacenar productos no perecederos.
En lo que se refiere al sistema, la masía se compone de una combinación de espacios modulares, de unos 4 ó 5 metros de ancho, permitiendo que los techos se cubran con vigas de madera, una característica típica de la arquitectura catalana. Los troncos son del mismo tamaño que un árbol y permiten al módulo extenderse a lo largo de toda la estancia, un rasgo que hemos convertido en la marca poética de nuestra intervención.

“La masía se compone de una combinación de espacios modulares, de unos 4 ó 5 metros de ancho, permitiendo que los techos se cubran con vigas de madera, una característica típica de la arquitectura catalana.”


En 1909, un siglo después de la construcción de la masía, se mudaron unos nuevos propietarios, justo en un momento en el que modernismo catalán era omnipresente en la mayoría de campos artísticos. Los nuevos inquilinos abrieron entonces las habitaciones de Can Llimona, construyendo grandes techos y añadiendo elementos de madera con las formas orgánicas y naturales características de este estilo. Por aquél entonces, la moda de vivir en pequeños núcleos familiares formados por espacios más pequeños ya estaba establecida como la forma de vida moderna, de modo que Can Llimona se dividió en tres núcleos habitables, añadiendo un salón en cada piso y dejando un bonito jardín común en el exterior de la masía para que todos lo compartieran.
Ocho años más tarde, se hizo una tercera intervención en el lugar, esta vez de la mano de dos importantes arquitectos catalanes: Lluís Clotet y José Antonio Martínez Lapeña. El primero, conocido por su trabajo en la reforma del Convent dels Àngels, edificio Gótico actualmente usado como ampliación del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, y por su contribución al edificio del Spanish Bankin Girona. El segundo famoso por el Museo Kumamoto en Japón y por la gran placa fotovoltaica del Parc del Fòrum en Barcelona. Estos arquitectos, hicieron una intervención respetuosa y sutil en la masía, llevaron a cabo una ampliación de la arquitectura original y de la modernista, generando espacios más versátiles y funcionales para una experiencia posmoderna.

Juntas, las tres intervenciones reúnen huellas originales de tradiciones pasadas y contemporáneas. Con un importante valor histórico, sus características debían ser apreciadas y reinterpretadas en clave contemporánea, haciendo de Can Llimona un punto culminante de conceptos provenientes de una amplia herencia constructiva. Cuando los propietarios del primer piso nos encargaron adaptar el espacio a las exigencias de su forma de vida, quisimos hacer una reforma que, antes que nada, dotase a la casa de uniformidad al mismo tiempo que pensábamos en que la disposición de todas las instalaciones funcionales creasen un confort absoluto.
Nos inspiramos en las formas, los colores y los materiales del pasado de Can Llimona para diseñar un gran mueble de madera que atraviesa toda la estancia, dividiendo los altos techos y adaptándonos a una escala humana, para crear habitaciones funcionales. La estancia también dispone de puertas enormes que pueden dejarse abiertas o cerradas para ofrecer privacidad si se desea y permitiendo crear varias versiones de la casa.

El proyecto de Can Llimona nos enseñó a intervenir en un rico pasado arquitectónico al mismo tiempo que a evitar soluciones complicadas. El resultado es una estancia simple, una metáfora de las características más emblemáticas de la masía catalana, un guiño al modernismo catalán, que demuestra que es posible fusionar el original con necesidades y estructuras contemporáneas sin que esto implique una irrupción. Esta intervención es una declaración de intenciones en clave contemporánea que no busca el protagonismo dentro de la historia.